¡Una segunda Oportunidad!
Cuenta la historia que existía un hombre muy adinerado, el cual poseía un enorme castillo, con muros muy altos, con pasajes largos y con unas formidables ventanas las cuales divisaban el sin fin de sus campos. Aquel hombre se encontraba muy enfermo y sus días estaban contados. Solo tenía como familia a su hijo, un varón que andaba entre la embriaguez, el adulterio y la borrachera.
Sabiendo de que su padre estaba por morir se acerca el hijo y le pide la herencia al padre; este como hombre justo le da lo que le corresponde diciéndole: haz buen uso del dinero, sí sucede lo contrario suicídate, bajo aquella colina encontrarás un árbol con una soga preparada para que te ahorques. El hijo cegado por la gran cantidad de dinero que poseía se olvida de las recomendaciones de su padre y comienza a gastar el dinero en mujeres, vino y juegos de azar hasta gastarlo todo. Después de un tiempo de haber vivido entre placeres mundanos, entre la codicia y la injuria el hijo comprende que se encuentra solo, sus amigos de fiesta lo han abandonado y ahora solo es un hombre pobre. Cosa que le causa una profunda depresión. Lleno de angustia el hijo recuerda las palabras de su padre, es entonces como decide dar fin a su vida suicidándose en aquel lugar indicado. Ajusta la soga al cuello y parado sobre una piedra se tira al vacio y al quedar suspendido por la soga está se rompe cayendo consigo una bolsa y una nota que decía: Hijo mío, sabría que esto sucedería, espero hallas aprendido la lección, te dejo está pequeña cantidad de dinero para que puedas vivir. Atentamente tu padre que te ama.
Conclusión: hermanos en ocasiones somos eso; “fuentes despilfarradoras”, despilfarramos el amor que nos dan, despilfarramos el dinero que ganamos, despilfarramos nuestro tiempo en vicios y pasiones, despilfarramos nuestro cuerpo. Y como dice el dicho: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Es entonces cuando clamamos al cielo una segunda oportunidad. No esperes hasta que se te agoten los recursos para valorarlos. Hoy dale las gracias a Dios por tu familia, por tu empleo, por tu estudio, por la persona que te quiere y camina a tu lado, y por tantos y tantos beneficios recibidos a diario.
Y recuerda: “una segunda oportunidad viene precedida por el dolor”.
Seminarista Camilo II de Filosofía
Coordinador Felipe
